Samusocial desarrolla taller sobre gestión de emociones dirigido a niños de PROFAM

¿Para qué sirve la gestión emocional?

1. Sirve para evitar enfrentamientos innecesarios

Acercarnos a los choques de intereses desde una mentalidad constructiva y asertiva es posible porque no nos dejamos llevar por las ganas de “ganar” las discusiones en todos los contextos. Para ello adquirimos una visión global de lo que está ocurriendo, no centrada solo en lo que hace el otro visto desde nuestra perspectiva como individuo.

2. Nos ayuda a empatizar

En la misma línea que lo anterior, la gestión de las emociones nos ayuda a ser más sensibles a los matices de los estados emocionales que vemos en el otro, y a integrarlos en nuestra forma de pensar y de sentir. Eso nos permite acercar posiciones incluso ante personas que tienen poco en común con nosotros.

3. Nos ayuda a orientar la propia acción a los objetivos a largo plazo

Si no sabemos gestionar nuestras emociones, siempre estaremos dando prioridad a nuestros impulsos más primarios. En cambio, la gestión de las emociones nos permite compensar la influencia de estos últimos con las fuentes de motivación vinculadas a las metas a medio y largo plazo.

4. Nos ayuda a aprender de los errores

En vez de evitar rememorar nuestros fracasos para no sentirnos mal, la gestión emocional nos permite acercarnos a esos recuerdos desde una perspectiva basada en la aceptación de nuestras imperfecciones, de manera que podemos aprender de lo que hicimos mal.

5. Nos ayuda a expresar cómo nos sentimos

Si somos buenos identificando emociones y distinguiéndolas las unas de las otras, es más probable que también lo seamos a la hora de expresarlas y plasmarlas en palabras y acciones. Esto nos vuelve más exitosos en nuestras relaciones personales y evita la aparición de conflictos y malentendidos.

6. Nos ayuda a centrarnos

Finalmente, la gestión emocional influye mucho en nuestra capacidad para centrarnos en tareas importantes y no ceder ante las distracciones, tanto mediante procesos mentales como interviniendo en nuestro entorno (por ejemplo, la oficina en la que trabajamos) para que juegue a nuestro favor y no en nuestra contra.

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